Bernardin García.
Luego de una serie de cateos realizados en Culiacán, Sinaloa, por parte de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), en supuestas propiedades del capo Joaquín «el Chapo» Guzmán, detuvo a Griselda López Pérez, segunda esposa del líder del cártel de Sinaloa; tras ser trasladada a la Ciudad de México, la Procuraduria General de Justicia (PGJ) informó que Griselda López Pérez fue liberada bajo reservas de ley el día de ayer en la noche, tras rendir su declaración.
Cabe mencionar que desde el miércoles pasado, elementos de la policía federal, el ejército mexicano y la secretaría de marina realizaron operativos en siete viviendas presuntamente del capo, derivados de una orden de cateo otorgada por el juez cuarto federal penal especializado en cateos, arraigos e intervenciones de comunicaciones en el expediente 232/2010, según informó la PGR. Señalando también en un expediente de dicha dependencia que la mujer acompañó a Guzmán en Puebla y el Distrito Federal luego de que el capo se fugó en 2001. Se le atribuye haber protegido al capo tras su fuga del penal de Puente Grande, en 2001, desde el 2 de Septiembre. La mujer estuvo con «el Chapo» Guzmán en puebla, nueve meses después de la fuga, según declaró Jesús Castro Pantoja, entonces lugarteniente del capo, al ser detenido en noviembre de ese año.
Actualmente no existe información precisa sobre el tipo de relación que sostiene en la actualidad la mujer y el capo. Sin embargo, se sabe que Griselda López Pérez fue la segunda esposa de «el Chapo» nacida en Culiacán, Sinaloa, madre del joven Édgar Guzmán López, asesinado hace dos años.
La dependencia Federal informó que fueron aseguradas seis casas, cinco cajas de seguridad con joyas, dos computadoras, tres laptops; además siete vehículos: un audi convertible, dos land rover, un mercedes benz, una camioneta cayenne gts, una cadillac escalade y una toyota rav 4.
A las esposas del “Chapo” no les ha ido muy bien, la primera esposa corrió con peor suerte, Zulema Yulia Hernández, quien captó la atención de Joaquín Guzmán mientras ambos estaban encarcelados en la década de los 90, trabajó para la banda de Guzmán. Zulema fue asesinada y su cadáver abandonado en un automóvil cerca de la Ciudad de México, marcada con la “z”, el símbolo de los zetas, sicarios del cártel del Golfo, rival del de Sinaloa, en los senos, estómago y glúteos.