El tercer día de la Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad inició minutos antes de las 6 de la mañana. Uno a uno, los casi 500 integrantes del contingente que durmieron en los campamentos instalados en un terreno prestado por los comuneros de San Andrés Topilejo, en la delegación de Tlalpan, alistaron sus cosas para continuar la marcha hacia Ciudad Universitaria. Con los pies cansados, pero con el espíritu más fuerte que nunca recogieron sus cobijas y desayunaron lo que vecinos de Topilejo prepararon para los marchistas. Un plato con un poquito de frijoles, bistec a la mexicana, o un lomo en salsa morita, y un pan fue el menú.
Bien comidos, inició el éxodo del contingente. Antes el escritor y poeta Javier Sicilia agradeció al pueblo de Topilejo su hospitalidad y las muestras de solidaridad. El reclamo fue para el presidente Felipe Calderón a quien responsabilizó por la muerte de 40 mil personas y criticó al PRI por haber sido el creador de la “mierda de sistema”. Además, Sicilia acusó a los actores políticos de tomar sus palabras para culpar al gobierno de Calderón de la violencia que azota el país. Al líder priista en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, le advirtió que el reclamo no solo es para el presidente, sino el mensaje es también para los políticos como él.
El contingente siguió su marcha. En camiones recorrieron la zona de curvas de la autopista Cuernavaca – México hasta llegar a un kilómetro antes de la caseta de peaje. Ahí inicio una vez más la caminata, todos en silencio y escoltados por patrullas de la policía federal.
“Fueron muchos sentimientos. Cruzar la caseta caminando, y con una causa legítima, porque exigimos un derecho que nos pertenece, vivir en paz, fue una sensación que de veras me enchinó la piel” comentó uno de los integrantes al cruzar las cabinas de la caseta México-Cuernavaca.
El contingente avanzó a paso firme, siempre encabezados por Javier Sicilia y el activista Javier Le Barón hasta el pueblo de San Pedro Mártir.
A lo lejos, decenas de familias sobre un puente peatonal y una manta con letras azules fue el marco que recibió a la Marcha de la Paz con Justicia y Dignidad. “No todos los padres son poetas, pero todos los hijos son poesía” se leía a metros de distancia y calaba hondo.
El recibimiento en San Pedro Mártir fue caluroso, como todo el recorrido. La gente, los niños, se acercaban para regalar un poco de agua, la mitad de una naranja. Todo para los marchistas que se mostraban cansados, pero nunca derrotados. Hubo una primera parada. Ahí Javier Siliciase dirigió a los medios. “México está caminando de la mano, buscando la justicia y la dignidad que nos han arrebatado desde la presidencia de la República, hasta los partidos que lo han envilecido”, dijo Sicilia. “Este no es el país que queremos, el que queremos es un país de justicia y dignidad”, expresó Sicilia al recordar que el domingo se dará a conocer un pacto para transformar al país.
Un breve descanso fue suficiente para continuar la caminata. Ciudad Universitaria parecía más cerca. La caravana caminó sobre la avenida Insurgentes donde recibió gratas muestras de solidaridad: los automovilistas tocaban sus claxons en señal de apoyo; otros, más atrevidos, gritaban frases que reconfortaban al contingente que avanzaba a paso lento. En las banquetas, los meseros regalaban vasos con agua, naranjas, todo en una gran muestra de fraternidad, de hermandad.
Así llegó otro descanso para la caravana. En el cruce de la avenida San Fernando e Insurgentes Javier Sicilia lanzó otra dura crítica contra los políticos. Al líder del PRD, Jesús Zambrano, le dijo que antes de buscarlo tiene que limpiar su partido que se ha corrompido por el crimen organizado, en referencia al caso Godoy Toscano. Ahí, volvió a revirar contra Manlio Fabio Beltrones a quien le reclamó que se quiera subir a la marcha para criticar al presidente Felipe Calderón. “Los partidos políticos no pueden llegar a las elecciones del 2012 sin escuchar la ciudadanía”, concluyó el escritor.
El camino a Ciudad Universitaria fue más fluido. En el trayecto un grupo de unos cien estudiantes recibió a la caravana que para ese momento ya sumaba cerca de dos mil personas, según las primeras estimaciones. Con gritos y algunas consignas los universitarios acompañaron la marcha hasta las islas de Ciudad Universitaria donde el escritor Javier Sicilia pidió silencio. “Una marcha silenciosa es mucho más fuerte que consignas aisladas”, señaló el líder de la marcha.
En Ciudad Universitaria la Orquesta Filarmónica de la Escuela Superior de música ofreció un recital en el que ejecutó Réquiem de Mozart en memoria de los muertos de la guerra contra el crimen organizado.
Así esta noche la Marcha por la Paz duerme en CU.