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El culto a los muertos es una festividad muy importante para los mexicanos y se acerca la fecha de las ofrendas, el pan de muerto, las visitas al panteón y el olor a flor de cempazuchitl. El origen de esta celebración es tan incierto como fascinante.
La conmemoración del Día de Muertos en México está arraigada por el sentir popular como difícilmente lo podemos imaginar en otro lugar, esta tradición se ha mantenido viva por casi 3000 años.
Debido a la falta de evidencias históricas no es posible tener el dato exacto de cómo ha surgido pero los historiadores sugieren que la actual celebración podría ser descendiente del llamado Festival de Muertos, un ritual celebrado por los aztecas en los meses de julio y agosto. Durante esta fiesta, los mexicas celebraban el final de la cosecha de frijol, garbanzo, maíz y calabaza.
Esta festividad se transformó cuando llegaron a América los españoles con su propia celebración del Día de Muertos cristianas, en la que se recordaba a los muertos en el Día de Todos los Santos. Al mezclarse la tradición europea y prehispánica, se hicieron coincidir las celebraciones para crear lo que conocemos como el Día de Muertos.
La UNESCO distinguió en el año 2007 la festividad del Día de Muertos como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad considerando que es una de las representaciones del patrimonio vivo de México y del mundo, y como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza. Fue este mismo organismo, el que reconoció que aunque la tradición no está formalmente amenazada, su dimensión estética y cultural debe preservarse a pesar del creciente número de expresiones no autóctonas y de carácter comercial que tienden a afectar su contenido inmaterial.
