Ante el incremento de personas con carencias en México, los programas de combate a la pobreza aplicados en los últimos tres lustros, centrados en transferencias monetarias, han fracasado en su objetivo, porque no inciden en la transformación de la estructura económica que genera la precariedad, planteó Verónica Villarespe Reyes, directora del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
En ocasión del Día Internacional de la Erradicación de la Pobreza, que se conmemora este 17 de octubre, informó que, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en 2010, 52 millones de mexicanos vivían en condiciones de pobreza, es decir, 46 de cada 100 habitantes.
La proporción aumentó con relación a 2008, año en que se registraron 48.8 millones de pobres (44.5 por ciento de la población). La medición, según mandata la Ley General de Desarrollo Social, se efectúa cada dos años; la próxima se hará este 2012.
Este año, refirió, el esquema estatal aplicado para abatirla cubre 5.8 millones de hogares, aunque se señala que la cobertura aumentó a 6.2 millones de hogares. En 2006, los recursos distribuidos ascendían a 28 mil millones de pesos, actualmente, suman 59 mil millones.
Pobreza en México
Villarespe Reyes señaló que los pobres extremos por ingreso aumentaron de 16.7 por ciento, en 2008, a 19.4 por ciento en 2010. Otros datos, también proporcionados por el Coneval, indican que la cifra se mantuvo estable en 11.7 millones de personas, el 10.4 por ciento de los habitantes en 2010. Esta clasificación se aplica a quienes se encuentran debajo de la línea de bienestar mínimo y no pueden adquirir ni una canasta alimentaria.
También, en 2008, los moderados, es decir, aquellos debajo de la línea de bienestar económico y que por ello no pueden adquirir en su totalidad la canasta de bienes y servicios básicos más la alimentaria, ascendieron a 37 millones (34.8 por ciento de la población). Dos años después, aumentaron a 40.3 millones (35.8 por ciento de los mexicanos).
Además, la desigualdad persiste. Para 2010, quienes se encuentran en el 10 por ciento más rico, tienen, en promedio, un ingreso 25.2 veces que el del 10 por ciento de los más menesterosos, situación similar a la de 2006, equivalente a 25.7. Ello muestra que el avance al cerrar la brecha de la desigualdad ha sido mínimo.
Los programas gubernamentales para enfrentar esta situación no han sido exitosos al no incidir en la transformación de la estructura económica, porque sólo otorgan ayudas monetarias como inversión en capital humano. Concretar esta modificación supondría romper el círculo vicioso, es decir, la transmisión intergeneracional de la pobreza, y convertirlo en uno virtuoso.
Para este semestre de 2012, los montos máximos mensuales que otorga para familias con becarios en primaria y secundaria alcanzan mil 710 pesos, y para familias que además tienen becarios en educación media superior, dos mil 765 pesos.
Estos recursos incluyen, además, 315 pesos por el Programa de Apoyo Alimentario, y 130 pesos por el de Apoyo Alimentario Vivir Mejor. Desde luego, es importante que las familias que nada tienen reciban estas asignaciones, pero ello no resolverá su condición.
Cifras del bienestar
La titular del IIEc explicó que la línea de bienestar mínimo alude a la capacidad de las familias de adquirir una canasta alimentaria, con un costo para el medio rural de 800 pesos, y para el urbano de mil 125, por integrante, en agosto de este año.
Asimismo, la línea de bienestar económico suma el poder de compra de comestibles y acceso a los satisfactores que componen la canasta básica no alimentaria, como vivienda, transporte, educación, cultura, recreación y cuidados de la salud, entre otros. En el mes referido, el costo de la urbana ascendió a dos mil 328 pesos; el de la rural, a mil 489 pesos. Aunado a lo anterior, están las carencias sociales que Coneval ha definido.
Según la directora del IIEc, es más que urgente repensar en cómo derrotar la pobreza, con un cambio en el modelo de desarrollo, y en la voluntad política que involucra.