Científicos de la NASA han descubierto, gracias a las observaciones del telescopio espacial Chandra, el remanente de una supernova que puede contener el agujero negro más joven de nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Este remanente, conocido como W49B, se encuentra a 26.000 años luz de la Tierra, aunque la explosión sucedió mil años antes (si hubiera sido visible, habría impresionado a nuestros antepasados del año 1.013). Lo que resulta inusual, y lo que ha puesto en la pista a los científicos, es que el remanente no es esférico, como lo son la mayoría, sino elíptico. Parece ser el producto de una rara explosión en la que la materia es expulsada a alta velocidad a lo largo de los polos de una estrella giratoria.
«W49B es el primero de su tipo en ser descubierto en la galaxia», afirma Laura López, quien dirigió el estudio en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). «Parece que su estrella madre puso fin a su vida de una manera que la mayoría no lo hace». En efecto, por lo general, cuando una estrella masiva se queda sin combustible, su región central se colapsa, desatando una cadena de eventos que culminan rápidamente en la explosión de una supernova. La mayoría de estas explosiones son simétricas, con el material estelar volando más o menos uniformemente en todas direcciones. Sin embargo, en la supernova W49B, el material cerca de los polos de la estrella fue expulsado a una velocidad mucho más alta que el que emana de su ecuador.
Muerte inusual
El remanente brilla intensamente en rayos X y otras longitudes de onda, por lo que Chandra pudo rastrear la evidencia de una explosión peculiar. De esta forma, el observatorio halló una firma inusual de elementos (hierro, azufre y silicio), repartidos de tal manera que coinciden con las predicciones para una explosión asimétrica. «Además de su extraña firma de elementos, W49B también es mucho más alargado y elíptico que la mayoría de los otros restos», explica el coautor del estudio, Enrico Ramírez-Ruiz, de la Universidad de California en Santa Cruz. «Esto apunta a una muerte inusual de la estrella».
Los autores examinaron qué tipo de objeto compacto podría haber dejado la supernova. Generalmente, las estrellas masivas que colapsan en supernovas dejan un núcleo denso, llamado estrella de neutrones, uno de los objetos más grandiosos y espectaculares del Universo, tanto que una simple cucharadita de su materia puede pesar cientos de millones de toneladas. Pero aquí no había ni rastro. Esta ausencia implica que podría haberse formado un agujero negro.
«Es un poco circunstancial, pero tenemos la intrigante evidencia de que la supernova W49B también creó un agujero negro», señala el investigador Daniel Castro, también del MIT. «Si ese es el caso, tenemos una oportunidad única para estudiar una supernova responsable de crear un agujero negro joven».
La investigación aparece publicada en la revista Astrophysical Journal.