Para dejar de generar basura es necesario convertir lo que ahora se tira en productos aprovechables; éste es el objetivo de nuestro proyecto Biotecnología Integral de los Residuos Sólidos Municipales y Agro industriales (BIRSMA): reciclar biológicamente los desechos orgánicos para transformarlos en compostas y, por otra parte, los industrializables industrialmente, lo que significa transformarlos en materia prima y en nuevos productos con valor económico, indicó Sergio Palacios Mayorga.
Para lograrlo, el investigador del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM y biólogo con posgrado en edafología (la ciencia que estudia el suelo) encabeza desde hace ocho años ese plan, con el que ha asesorado a municipios de Guanajuato, Morelos, Puebla, Hidalgo y Estado de México, así como a algunas delegaciones del Distrito Federal.
Los estudios realizados en algunas jurisdicciones de esas entidades sobre el diagnóstico del manejo de la basura, han contribuido a la concientización de la población sobre el daño ambiental que ésta produce, y ha demostrado que puede dejar de ser un problema si se convierte en un recurso aprovechable a través de la separación obligatoria desde las casas, y el reciclaje biológico e industrial.
BIRSMA, como grupo académico multidisciplinario, nació con la idea de rescatar a los suelos como recurso natural, pues continúan como basureros y, en el mejor de los casos, como “sepulturas” en varias zonas del país.
Como edafólogo, me interesa conservar y mejorar la capacidad productiva del suelo para la conservación de los ecosistemas naturales y para impulsar la agricultura sustentable.
No existe ningún suelo que tenga vocación para ser basurero. No obstante, estos últimos a cielo abierto dominan en el país, y afectan los recursos naturales (suelo, agua, y ecosistemas) y la salud humana. Además, son generadores de metano que, al liberarse a la atmósfera, se convierte en uno de los gases de mayor efecto invernadero, que contribuye al calentamiento global.
Rescatar el suelo… No a la generación de basura
Con este proyecto, en el que el objetivo es la no generación de basura, se pretende que el suelo deje de ser reservorio de esos residuos; para ello, la tarea es crear conciencia en funcionarios municipales, particularmente en trabajadores de limpia, a través de talleres de educación ambiental y capacitación. Se requiere generar voluntad política, reiteró.
El cambio inicia al momento de entender que para una solución definitiva, los desperdicios de comida, que al descomponerse generan malos olores y fauna nociva, pueden separarse desde la cocina, y mezclados con servilletas de papel y residuos de jardinería, se clasifican como “composteables”, pues al ser manejados adecuadamente se convierten en composta, el mejor biofertilizante.
El mantillo que se genera en los bosques es la “composta natural”, y es el mejor ejemplo de cómo un ecosistema natural recicla biológicamente sus residuos (hojas, ramas, tronos y cadáveres de animales). Esa capa orgánica que se forma en los suelos forestales, al mineralizase por la acción de los microorganismos del suelo, es la fuente natural de nutrimentos para esas zonas.
Al extraer esta capa (tierra negra de hoja) sentenciamos al bosque a muerte. Este saqueo se puede evitar si producimos nuestra propia composta; para ello, se pueden construir composteros domésticos dispuestos en traspatios, jardines o azoteas, o bien en plantas, construidas y manejadas por los municipios, donde la producción a mayor escala sirva para la creación de los viveros indispensables para los programas de reforestación y restauración.
De este modo, se contribuye además con el secuestro de carbono para reducir el calentamiento global.
Para los composteables, se emplea biotecnología; “utilizamos microorganismos para acelerar el proceso de degradación”. Las compostas y biofertilizantes resultantes del reciclaje biológico son de gran valor para mejorar suelos degradados, incrementar la calidad y cantidad de las cosechas, e impulsar y promover la agricultura orgánica.
El reciclaje industrial
Por otra parte, los envases de plástico y envolturas de papel y cartón, bolsas de polietileno, previamente lavados y separados, metales y vidrio, son residuos industrialmente reciclables. Comúnmente se les llama “inorgánicos”, aunque en ellos se incluye al papel, cartón y textiles de algodón, que son orgánicos.
En este rubro, a través del proyecto BIRSMA, se asesora a los recicladores en pequeño a construir su propio molino para residuos plásticos (PET, polietileno, polipropileno), con lo que se facilita su acopio, transporte y reciclaje.
En el rubro de los residuos riesgosos se cuenta a las pilas y los focos de nueva generación o ahorradores, medicinas caducas y componentes electrónicos, que se deben acopiar en los contenedores especiales, en supermercados o en sitios dispuestos por la Semarnat.
También están los recipientes de limpieza con restos de sustancias químicas como cloro, aromatizantes, pesticidas y limpiadores, que no sean jabón o detergente común, y los desechos sanitarios, como jeringas, materiales de curación, pañales y toallas sanitarias, que deben colocarse en una bolsa especial con un letrero que indique su contenido.
Sobre el papel de baño usado, indicó que se debe depositar en el WC, así como también las heces de los pañales; el primero está diseñado para desintegrarse al contacto con el agua, y tirarlos junto con la basura doméstica genera fecalismo en el ambiente, con la consecuencia de aumentar enfermedades y parasitosis gastrointestinales.
Los residuos hospitalarios biológico-infecciosos, así como los industriales peligrosos, con base en la ley ambiental deben ser manejados por empresas especializadas certificadas. El no hacerlo significa un delito ambiental.
“Con el proyecto BIRSMA buscamos demostrar a las autoridades municipales cómo un manejo adecuado será siempre económica y ecológicamente menos costoso; además, es una solución definitiva al problema. En contraste, la construcción y manejo de rellenos sanitarios son costosos y son una solución temporal, porque su vida útil es corta”.
Por otra parte, el terreno que ocupa queda inutilizado irreversiblemente. Por ello, “ni tiraderos o rellenos sanitarios, sino todo lo contrario: plantas de acopio y selección, fundamentadas en el reciclaje industrial y biológico”.
Mientras su plan de educación ambiental surte efecto para dejar de producir basura, Palacios Mayorga trabaja a la par en varios municipios de Morelos, Estado de México, Puebla e Hidalgo, donde esa generación significa un gran problema ambiental.