El Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM, desarrolla una estufa de leña no tradicional para uso rural, que aprovecha racionalmente fuentes de energía alterna. Tiene un doble beneficio: origina fertilizante y un gas que permite la cocción de alimentos, es decir, fomenta la producción de cenizas a gran escala que sirven de abono para la tierra, dijo Javier Aguillón Martínez, responsable de la investigación.
También utiliza diferentes tipos de biomasa de desecho –arbustos, hojas, raíces, residuos agrícolas y forestales, entre otros-, que se queman mediante pirolisis (descomposición química de materia orgánica), por lo que se disminuye el uso de leña. No se trata de una deflagración completa hasta las cenizas, sino que, al final, queda principalmente carbón vegetal, que puede servir como fertilizante orgánico, explicó.
Para la cocción de alimentos, este desarrollo tecnológico emplea micro-gasificadores productores de biocarbón, que se reintegran al suelo.
Aguillón Martínez, también director del Laboratorio de Gasificación del II, comentó que “se trata de un proyecto interno, que contribuye a innovar, sobre todo porque incidirá inicialmente en una comunidad rural, ya que es ahí donde la Universidad tiene que atender las necesidades de las personas”.
Este nuevo desarrollo tiene un gasificador interno; se introduce la biomasa en un cilindro a alta temperatura con poco oxígeno, y con ello se fomenta la gasificación de manera controlada, lo que produce gas combustible, de la misma forma que se haría en un fogón tradicional.
En este proceso, el gas químicamente inestable, se convierte en energía al mezclarse con el oxígeno del aire en un quemador, y de la biomasa se obtiene biocarbón, que servirá como fertilizante. “Éte es el doble papel de la estufa rural”, agregó el universitario.
“Es una estufa novedosa, en ella incorporamos la experiencia que tuvimos con la estufa de leña Patsari; y en los trabajos que ha realizado la ONG Gente como nosotros, en San Pedro Jocotipac, Oaxaca”, dijo.
El especialista en el aprovechamiento de combustibles no convencionales, explicó que en el siglo XXI más de dos mil 600 millones de personas en el mundo cocinan mediante la quema de algún tipo de biomasa como la leña, el carbón o el estiércol, los más comunes.
En México, añadió, alrededor de 25 millones de personas aún dependen de ella; en nuestro territorio el fogón tradicional de tres piedras es el principal causante de enfermedades en mujeres del campo, pues el humo que inhalan durante su vida afecta las vías respiratorias; también, en ese entorno es la principal causa de enfisema pulmonar y desprendimiento de retina.
Pero no sólo las mujeres están expuestas a estos riesgos, pues durante los dos primeros años de vida, los niños pasan la mayor parte del día junto a sus madres, particularmente dentro de la cocina, lo que representa un impacto en su desarrollo. Incluso, desde el vientre materno, reciben altas dosis de gases contaminantes, producto del humo de la leña, comentó.
La adopción de una nueva tecnología siempre es un reto. Las personas con recursos económicos cocinan con gas, las que no, con leña. “Ahora, estas últimas, mediante un micro-gasificador, lo harán con una flama azul de gas, sin tener que gastar en el fluido cada mes”, concluyó.