Este volcán inactivo de casi 4 kilómetros de altura es uno de los sitios más sagrados de Japón. Este año la UNESCO lo declaró un patrimonio de la humanidad, sin embargo estas noticias no fueron del todo bien recibidas por aquellos que buscan preservar su imponente belleza.
El Monte Fuji recibe más de 300 mil visitas al año, entre los meses de julio-agosto. El impacto ambiental de los turistas es enorme, ya que al escalar erosionan el suelo y los caminos milenarios y lo que es más preocupante aún, producen y dejan muchísima basura —este año 40 mil voluntarios recogieron casi 900 toneladas de basura—.
El gobernador del estado en el que se encuentra Fuji-San piensa que el gigante recibirá aún más visitas ahora que este ha sido declarado Patrimonio de Humanidad. Aunque esto representa más turistas para apoyar la economía local, los habitantes de la zona reconocen que también habrá más tráfico, daños al medio ambiente y personas lesionadas (el año pasado 70 personas sufrieron heridas mientras escalaban y otras 7 murieron).
Por el momento el gobierno Japonés busca nuevas maneras de limitar el número de personas con acceso al monte, advirtiendo a los turistas que toma todo el día llegar a la cima y que las alturas pueden causar mareos si las personas no tienen cuidado y en julio limitaron el acceso de automóviles, de manera que las personas tenían que tomar un autobús para llegar al monte.
Es realmente lamentable que un monumento natural de este tipo sufra una enorme erosión y contaminación ambiental a causa del turismo irresponsable. Si bien viajar es una de las experiencias que más ilustra al ser humano, no debe ser a costa del medio ambiente. El antiguo proverbio japonés dice “Un hombre sabio sube el Monte Fuji una vez en su vida solo un necio lo sube dos veces”, quizá un hombre sabio evalúa su impacto como turista antes de viajar a sitios vulnerable