Kevin Terris, un estudiante de secundaria estadounidense, realizó en 2009, por pura casualidad, un increíble hallazgo. El adolescente se encontró con un hueso que sobresalía de una roca en el sur de Utah. Cuando la pieza fue recuperada, resultó ser el cráneo del más joven, pequeño y completo esqueleto fósil de un Parasaurolophus, un emblemático dinosaurio con cresta de hace 75 millones de años. El descubrimiento, dado a conocer por el Museo Raymond M. Alf de Paleontología en las escuelas Webb (Claremont, California), muestra que el extraño «sombrero» del herbívoro prehistórico brotaba antes de que cumpliera su primer cumpleaños.
«Cuando vimos el cráneo, ¡estaba eufórico!», recuerda Terris. No es para menos, ya que dos paleontólogos profesionales habían trabajado en la zona solo unos días antes del descubrimiento sin resultados. Investigadores recuperaron y limpiaron el fósil, apodado «Joe» en honor a un mecenas del museo, que revela casi todo el esqueleto de un dinosaurio bebé que medía casi dos metros de largo cuando murió.
El estudio detallado del esqueleto de «Joe» lo identificó como la muestra más completa conocida de un Parasaurolophus, un dinosaurio de pico de pato (hadrosáurido) que habitó todo el oeste de América del Norte hace unos 75 millones de años. El herbívoro se caracteriza por un tubo largo, huesudo y hueco en la parte superior de su cráneo, que los científicos especulan fue utilizado como un resonador natural para comunicarse, así como una especie de «rótulo» para su presentación visual. A pesar de que cráneos y esqueletos parciales del Parasaurolophus completamente desarrollados se conocen desde hace más de 90 años, los científicos sabían poco acerca de cómo crecía este animal.
Curiosamente, el nuevo fósil muestra que el Parasaurolophus bebé tenía una leve abolladura en la parte superior de su cabeza, que más tarde se hubiera transformado en el tubo curvado de los adultos. «Nuestro Parasaurolophus bebé apenas tenía una cuarta parte de su tamaño adulto, pero su cresta ya había comenzado a crecer», afirma Andrew Farke, investigador principal del proyecto en el Museo Alf. «Esto es sorprendente, porque la ornamentación de otros dinosaurios emparentados no brota hasta por lo menos la mitad de su crecimiento. El Parasaurolophus tenía que empezar temprano para formar su casco único».
Una llamada aguda
Una muestra del hueso de una pata ayudó a estimar la edad del animal cuando murió. «Los dinosaurios tienen anillos de crecimiento anuales en el tejido óseo, como los árboles. Pero no vimos ni un solo anillo. Eso significa que creció un cuarto de su tamaño adulto en menos de un año», apunta Sarah Werning, de la Universidad Stony Brook, coautora del estudio. Aunque «Joe» medía solo 1,8 metros de longitud con un año de edad, de adulto habría crecido hasta los 7,6 metros de longitud.
El esqueleto fósil ha permitido conocer mejor la anatomía interna del cráneo del animal y, en consecuencia, sus capacidades vocales . Si los Parasaurolophus adultos tenían un altavoz para los sonidos graves, las crías lo tenían para los agudos. La cresta corta y pequeña de «Joe» demuestra que podía haber tenido un tono mucho más alto para realizar sus llamadas. «Junto con las diferencias visuales, esto podría haber ayudado a los animales que vivían en la misma zona a averiguar quién era el gran jefe», explica Farke.