El cometa Ison, una roca helada de poco más de un kilómetro de diámetro procedente de los confines del Sistema Solar y descubierta hace dos años por astrónomos rusos, puede haber quedado malparada de su vuelo suicida cerca del Sol.El cometa pasó a 1.800.000 km del centro solar, una distancia más que suficiente para que la gravedad, las altas temperaturas y las radiaciones pusieran seriamente en peligro su supervivencia. A primera hora de la noche, las primeras noticias apuntaban a una fatalidad. A falta de una confirmación oficial, la NASA habla de ruptura en su cuenta de Twitter y la Agencia Espacial Europea (ESA) ha utlizado la misma red social para decir que quizás habría que decir adiós al cometa. La expectación era máxima, ya que si no se desintegraba y salía intacto, Ison podría ser visible a simple vista en diciembre y convertirse en uno de los más asombrosos espectáculos celestes de las últimas décadas. Incluso ha sido llamado el «cometa del siglo».
El cometa Ison no era solo un acontecimiento visual, sino también un valioso material de estudio para los científicos, ya que por su antigüedad, unos 4.500 millones de años, les permitirá saber más sobre las condiciones en las que se formó el Sistema Solar. Hasta el pasado miércoles, el núcleo del cometa Ison había logrado mantener su integridad durante la aproximación al Sol, pero este jueves estaba demasiado lejos para discernir en cuántos pedazos se encontraba, así que los investigadores debían guiarse por su brillo. Sin embargo, el cometa era llamativamente cambiante e inestable, por lo que era difícil precisar su estado. Observaciones del Instituto de Radioastronomía Milimétrica (IRAM), situado en Sierra Nevada, Granada, sugerían el miércoles que Ison ya estaba hecho pedazos. Aunque a última hora de ayer todavía no se había dado la última palabra, los investigadores españoles mantenían la sospecha de que estaban en lo cierto, a la espera de la confirmación de la NASA.
Si esta «bola de nieve sucia» hubiera conseguido superar más o menos indemne la ardiente aproximación, nos visitaría el 26 de diciembre, fecha en la que realizaría su máximo acercamiento a la Tierra, a una distancia de unos 64 millones de km. Entonces, según las previsiones más optimistas, estaba llamado a convertirse en uno de los objetos más brillantes del cielo. Probablemente eso ya no pasará.