La prevalencia de la esquizofrenia en México es igual a la del resto del mundo, con índices del 0.7 al 1.3 por ciento (según el estudio). La Dirección General de los Servicios de Salud Mental de la Secretaría de Salud, calcula que hay medio millón de afectados en el país y el 50 por ciento no recibe tratamiento adecuado, señaló Dania Lima, académica de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
El padecimiento afecta por igual a ambos sexos y no distingue clases sociales ni zonas geográficas, aunque sí hay diferencias importantes en el acceso de estos pacientes a los servicios de salud mental.
Unos 250 mil individuos no reciben la atención requerida, ni farmacológica ni psiquiátrica, añadió Dania Lima, alumna del Programa de Doctorado en Ciencias Médicas, en el área de Concentración en Psiquiatría.
Quienes presentan esta condición tienen ideas delirantes, generalmente de persecución o daño, acompañadas de alucinaciones, la mayoría auditivas. También muestran síntomas llamados “negativos”, como anhedonia (incapacidad de disfrutar), apatía o desinterés, aplanamiento afectivo (dificultad para expresar e interpretar emociones), aislamiento y disminución del autocuidado.
Cognitivamente, agregó, registran distorsiones, especialmente una tendencia a saltarse a conclusiones a partir de premisas falsas, no contrastar los hechos con la evidencia y una disminución de la empatía (entender y comprender los sentimientos y conductas del otro desde su perspectiva).
Dania Lima, quien realiza su tesis doctoral sobre rehabilitación cognitiva para empatía en un grupo de esquizofrénicos, dice que estos pacientes presentan déficit de empatía desde los pródromos (síntomas iniciales que preceden el desarrollo) de la enfermedad.
En los esquizofrénicos, la empatía (función social básica en las relaciones sociales) está alterada. Muestran dificultad para percibir e interpretar los sentimientos y reacciones de los otros. Además, no logran mantener un trabajo o un vínculo estable por sus conductas inapropiadas o agresivas.
Con medicamentos, este proceso deficitario no muestra mejoría, y sin el tratamiento adecuado, la baja empatía condiciona un pobre funcionamiento que llega hasta el 80 por ciento y afecta el desempeño laboral y las relaciones familiares y de pareja.
Una opción terapéutica es la intervención cognitiva enfocada a la empatía. De ahí, la razón de ser del proyecto de su tesis doctoral: la rehabilitación cognitiva, aplicada a numerosas enfermedades, especialmente en daño cerebral traumático, ataque cerebrovascular, demencias y actualmente en esquizofrenia.
La rehabilitación cognitiva, apuntó, es un conjunto de técnicas y procedimientos cuyo objetivo es alcanzar los máximos rendimientos intelectuales, así como la mejor adaptación familiar, laboral y social de aquellos sujetos que sufren algún déficit.
Su fundamento es la plasticidad cerebral; básicamente, se utilizan estrategia de restauración, compensación y sustitución de las funciones cognitivas, por lo general enfocadas en un entrenamiento en las habilidades afectadas.
En su proyecto, Dania Lima aplica un programa basado en la metacognición (o razonamiento sobre el propio pensamiento); elaborado en el Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf, se centra en disminuir los síntomas de psicosis, mejorar la adherencia al tratamiento y rehabilitar la capacidad de empatía.
Primero, se realizó un estudio de validación de dos instrumentos que se usarán para evaluar la empatía (con el coeficiente propuesto por Baron-Cohen y una tira de prueba cómicas, de Lee), que no habían sido validados en población mexicana.
Este proceso de aval se realizó tanto en población abierta (244 sujetos, 109 hombres y 135 mujeres) como en pacientes esquizofrénicos (47, 24 mujeres y el resto hombres) del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez, con una edad promedio de 32 años.
En estudios previos y en los referidos, se ha corroborado que “los pacientes muestran un déficit global de la función de empatía que requiere una intervención”.
La intervención con el programa aun está en revisión por parte del Comité de Ética e Investigación del Fray Bernardino Álvarez. Al proyecto se ha sumado el Hospital Psiquiátrico Villa Ocaranza, de Hidalgo y se planea incorporar población ambulatoria de nosocomios privados.
En espera de la autorización para la intervención grupal, Dania Lima realiza intervenciones individuales. “Enseñamos al sujeto a conocer y a autorregular sus pensamientos para mejorar funciones básicas como percepción, cognición, herramientas sociales y empatía”, aunque aún no se tienen resultados.
Finalmente, señaló la necesidad de instrumentar herramientas para entender y tratar las enfermedades mentales, porque tienen un alto impacto en el funcionamiento de los pacientes y en los costos, tanto por el tratamiento, como por la pérdida de población activa.
En ese sentido, como parte de su proyecto, otra meta es trabajar con población susceptible, como estudiantes y trabajadores de la salud. Con intervenciones breves en grupos (ocho sesiones de una hora), espera no sólo modificaciones de los síntomas psiquiátricos, sino en la calidad de vida, al disminuir indicadores como acoso escolar o violencia.