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ELENA PONIATOWSKA, UNA SANCHO PANZA PARA LOS SIN TIERRA

ELENA PONIATOWSKA, UNA SANCHO PANZA PARA LOS SIN TIERRA
Con el asombro ante el silencio y el olvido vivido por las mujeres y los más pobres y quienes deben migrar en busca de mejores oportunidades ha empezado Elena Poniatowska el discurso con el que ha recogido el Premio Cervantes. «El silencio de los pobres es un silencio de siglos de olvido y marginación», ha afirmado la escritora y periodista mexicana.

Poniatowska es la cuarta mujer en recoger el premio —frente a 35 hombres ganadores del Cervantes— pero la primera en subir al púlpito del paraninfo porque Ana María Matute estaba en silla de ruedas, María Zambrano no pudo asistir y Dulce María Loynaz envió a una persona para que la representara. La autora es también la quinta ganadora del Cervantes mexicana, tras Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco.

Pero, ante todo, vestida con el traje tradicional mexicano rojo y amarillo que le dieron las mujeres de Juchitán, Poniatowska ha querido recordar a García Márquez. Tocadas y adornadas sus orejas con la magia de los pescaditos de oro que hacía y deshacía el coronel Aureliano Buendía al final de sus años por la gracia del Nobel colombiano en Cien años de soledad dijo: “Antes de Gabo éramos los condenados de la Tierra. Pero con sus Cien años de soledad le dio alas a América Latina. Y es ese gran vuelo el que hoy nos envuelve y hace que nos crezcan flores en la cabeza”. Sus palabras y su tono daban fe de cómo aseguraba a Efe que se sentía, poco antes del discurso: «Nerviosísima».

Contar, contar, contar… Es el verbo preferido de Poniatowska. Es su verbo natural. Y eso ha hecho esta mañana para contar un trocito de la historia triste de las mujeres y de los más desfavorecidos. Con sus palabras, crea una gran crónica de la zona en la sombra de América Latina. Algo que ha contado en 60 años de periodismo que lleva ejerciendo. Niños, mujeres, ancianos, presos dolientes y estudiantes caminan al lado de esta reportera que busca, como lo pedía María Zambrano, ir más allá de la propia vida, estar en las otras vidas.

La América indígena y desfavorecida representada por una mexicana culta de origen polaco. Eso ha sido Poniatowska en la entrega del Cervantes en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. Recordó que el periodismo también puede ser literatura y, sobre todo, que la lectura y la cultura son esenciales para el ser humano, especialmente en un continente donde el índice de analfabetismo es muy alto, la pobreza aumenta y los gobiernos no prestan mucha atención a los pobres. «Antes de que los Estados Unidos pretendieran tragarse a todo el continente, la resistencia indígena alzó escudos de oro y penachos de plumas de quetzal y los levantó muy alto cuando las mujeres de Chiapas, antes humilladas y furtivas, declararon en 1994 que querían escoger ellas a su hombre, mirarlo a los ojos, tener los hijos que deseaban y no se cambiadas por una garrafa de alcohol».

Denunciado el eclipse que han vivido y viven aun las mujeres, la premio Cervantes evocó su alegre asombro por el idioma español que empezó a descubrir a los diez años cuando su familia se trasladó a México. Y de una niña que pasó de decir merci a divertirse pronunciando palabras como gracias y parangaricutirimicuaro.

En la tierra de Miguel de Cervantes está hoy una mujer tan sensible como combativa. Una periodista que empezó a darse cuenta de la realidad y a contarla hace 60 años cuando en 1954 la contrataron en el periódico mexicano Excelsior. Desde entonces, casi medio centenar de libros periodísticos, ensayos, novelas y biografías. Desde grandes reportajes y crónicas como La noche de Tlatelolco y Las soldaderas, hasta El universo o nada, la biografía novelada de su marido, Guillermo Haro; pasando por novelas como La piel del cielo o Hasta no verte, Jesús mío.

No apareció cabalgando como Sancho Panza pero se comparó a él. «Soy una Sancho Panza femenina. Una escritora que no puede hablar de molinos porque ya no los hay y en cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolda del mandado, su pico o su pala, duermen a la buena ventura y confían en un cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan».

Poniatowska es creadora de una obra que conjuga diferentes registros para ver la vida. El resultado, según el jurado del Cervantes, es “una brillante trayectoria literaria en diversos géneros, de manera particular en la narrativa y en su dedicación ejemplar al periodismo. Su obra destaca por su firme compromiso con la historia contemporánea. Autora de obras emblemáticas que describen el siglo XX desde una proyección internacional e integradora. Elena Poniatowska constituye una de las voces más poderosas de la literatura en español de estos días».

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