Los trabajadores del metro de Sao Paulo resolvieron anoche suspender la huelga, que en los últimos cinco días ocasionó el caos en la mayor metrópolis de Brasil, pero amenazaron con reanudar el paro el jueves, cuando comienza la Copa Mundial, si el gobierno no reintegra a los despedidos.
La resolución fue adoptada en asamblea, al término de una fracasada reunión que los sindicalistas mantuvieron con representantes del gobierno provincial del socialdemócrata Geraldo Alckmin, opositor al gobierno central de la izquierdista Dilma Rousseff, que este año busca su reelección presidencial.
Los huelguistas llegaron a la mesa de negociación dispuestos a aceptar el aumento salarial de 8.7 por ciento propuesto por la patronal, desistiendo así de su reclamo de un alza de 12.2 por ciento. Pero pusieron como condición que el gobierno suspenda el despido de unos 43 trabajadores, detenidos durante una protesta y luego de que una resolución judicial declarara «abusiva» la huelga.
Como el gobierno de Alckmin no aceptó el reintegro de los trabajadores, el sindicaro decidió suspender el paro hasta el jueves, cuando debatirán qué hacer, justo el día en que Brasil y Croacia se enfrentan en el primer partido del Mundial, en el estadio Arena Corinthians.
Una eventual huelga afectará a millares de aficionados que dependen del metro para llegar al estadio. Ante esto, el secretario de Transportes Metropolitanos, Jurandir Fernandes, admitió que el gobierno paulista analiza medidas paliativas.
«Vamos a trabajar con la FIFA para que las puertas (del estadio) se abran una hora antes», dijo Fernandes.
Por la huelga, los cuatro y medio millones de usuarios que utilizan el metro cada día se volvieron a ver afectados ayer durante la jornada, con embotellamientos en unos 170 kilómetros de calles.
En la madrugada de ayer, las entradas de varias terminales fueron bloqueadas por sindicalistas con barricadas incendiarias, y en algunas de ellas se registraron choques violentos con la policía, que reprimió con bombas de gas lacrimógeno.
Los disturbios se extendieron a varias avenidas, lo que afectó el de por sí caótico tránsito de la mayor ciudad de Sudamérica.
«Las negociaciones comenzaron en mayo y desde entonces veníamos avisando de que iríamos a la huelga en junio si no se oían nuestras exigencias», asegura el sindicato y rechaza que el momento elegido para el paro sea «porque empieza el Mundial».
De hecho, afirma que dentro de las propuestas estaba la de trabajar gratis durante las negociaciones a cambio de que el servicio también fuera gratuito para los millones de usuarios. Pero el gobierno de Alckmin, con competencia sobre el servicio de trenes subterráneos de la región, lo rechazó, según el sindicato.
Brasil espera acoger en sus principales ciudades sede a 600 mil turistas hasta el 13 de julio, cuando finalice el Mundial en el célebre estadio Maracaná, en Rio de Janeiro