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EDUARDO UN PEQUEÑITO QUE SUFRÍA BULLYING

El bullying es violencia, con conductas que tienen que ver con acoso, intimidación, aislamiento, amenazas e insultos; estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y en el patio de los centros escolares. El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros.

Debido a que el bullying trae sufrimiento y repercusiones negativas en la salud física y mental de los niños y adolescentes, la Secretaría de Salud, a través del Hospital del Niño y Adolescente Morelense (HNAM) brinda tratamientos en las áreas especializadas y han logrado mejorar las calificaciones de los menores y elevar su autoestima mermada por el acoso escolar.

La psicóloga Muriel Chantal FrotBurosse Ibos dijo que la depresión, la ansiedad, los cambios en el estado de ánimo, las excusas para ir a la escuela, así como la demostración de miedo, nervios o es distraído, son parte de los focos rojos que los padres de familia deben observar para prevenir y evitar que sus hijos sean víctimas del acoso o maltrato escolar.

FrotBurosse Ibos hace un llamado a los padres de familia para que supervisen las cuentas electrónicas que manejan sus hijos y que tengan las contraseñas para evitar que agredan o sean agredidos por estas vías de comunicación. Y en caso de que las autoridades escolares no atiendan el asunto, los padres deberán tomar el control de la situación.

El HNAM recomienda que los niños denuncien a sus agresores su maestro y directivos escolares apliquen sanciones para que el agresor sepa que sus actos tienen consecuencias.

El caso de éxito

Eduardo nació con estrabismo y eso le ocasionó una ambliopía, es decir la pérdida de la capacidad de un ojo para ver los detalles, explicó la oftalmóloga, Grisel González Esnaurrizar.

“Hoy vamos a jugar a los piratas, los dos usaremos un parche en el ojo y un paliacate sobre la cabeza”, le dijo su terapeuta Verónica Taboada Picazo, a Eduardo cuando llegó a su consulta de Neuropsicología en el Hospital del Niño y el Adolescente Morelense (HNAM).

Con sus disfraces caminaron por los pasillos de hospital para que el niño supiera que ambos estaban en igualdad de condiciones, pero sobre todo para crear empatía y darle confianza, contención emocional y demostrarle que el parche no era impedimento para realizar sus funciones escolares sino para compensar su falta de visión en el ojo izquierdo, explicó la neuropsicóloga.

Eduardo ocho años de edad fue enviado a esa especialidad luego de una operación de estrabismo en su ojo izquierdo y la colocación de un parche para mejorar su visión.

A este padecimiento se sumaron sus alergias alimentarias y el bullying (maltrato escolar) que sufría por sus compañeros de clase, maestra y director, informó Verónica Taboada.

Eduardo es un paciente que recibe tratamiento en las áreas de Psicología y Neuropsicología cuyas especialidades ofrece el Hospital del Niño y el Adolescente Morelense a los menores de la entidad.

Taboada Picazo consideró que la condición médica de Eduardo estaba estrechamente vinculada con su historial de deficiencia en el aprendizaje y, principalmente, con el acoso escolar al que era sometido.

“Haz bien las cosas. ¿Cómo es posible que faltes tanto y además seas un burro?”, le decía su maestra.

Taboada Picazo explicó que los problemas auditivos y otros padecimientos visuales en algunos niños no son tan visibles socialmente y está demostrado que las discapacidades de este tipo, son un blanco de agresión por parte del entorno comunitario del paciente.

En el caso de Eduardo las agresiones de sus compañeros llegaron hasta los golpes y una ocasión, lo dejaron tirado en el suelo debido a una lluvia de patadas.

“Mire como dejaron a mi hijo, le volvieron a pegar en la escuela, le hacen burla por su parche en el ojo, porque choca con las cosas y no puede comer todos los alimentos”, se quejó la mamá con la neuropsicóloga en la siguiente cita. Y es que Eduardo no podía comer guayaba, mango, sandía, piña, zanahoria, entre otros alimentos.

La especialista explicó que el carácter introvertido de Eduardo pudo haber iniciado en el núcleo familiar, porque los integrantes carecen de autoestima y el menor ha repetido este patrón de conducta debido a que se siente vulnerable también, por el maltrato experimentado en su entorno escolar debido a sus problemas de salud.

El tratamiento integral recibido en el HNAM permitió la rehabilitación y, al cabo de cinco meses de terapia, Eduardo superara el 6 de calificación y alcanzara gradualmente 8, 9 y 10 en sus notas. El esfuerzo entre la familia y el hospital han valido la pena para la superación de Eduardo.

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