Con una mezcla de estiércol de ganado, rastrojo de maíz, piloncillo, carbón vegetal y levadura, Pablo Jaramillo López, académico del Centro de Investigaciones en Ecosistemas (CIEco) de la UNAM, con sede en Morelia, Michoacán,implementó la aplicación de un abono orgánico de alta eficiencia que ha permitido alcanzar hasta 90 por ciento de sobrevivencia de los árboles reforestados en terrenos abandonados en una parte de la zona de amortiguamiento de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca.
Uno de los retos que el ingeniero agropecuario y doctor en biología enfrentó en este proyecto fue recuperar suelos improductivos, agotados por la siembra intensiva y la sobreutilización de fertilizantes químicos aunados al abandono de los terrenos. El otro consistió en involucrar a las comunidades locales en el proceso de mejora y reconversión forestal, un proceso necesario para cuidar el ecosistema, impulsar la participación colectiva y la educación ambiental.
El abono se produce con la fermentación de la materia orgánica, por medio de la inoculación de levaduras y microorganismos que favorecen la descomposición de la misma. Tiene un balance óptimo que proporciona los nutrientes adecuados para los arbolitos reforestados, explicó Jaramillo, quien por este trabajo recibirá el 21 de octubre, en Washington D.C., el Pollinator Advocate Award for Mexico, que otorga la Sociedad de Protectores de Polinizadores de Norteamérica.
Hasta ahora, con el proyecto apoyado por el Monarch Butterfly Fund, que involucra a comunidades campesinas de Michoacán que habitan en la zona, se han mejorado los suelos y plantado más de 120 mil árboles desde el 2011 con excelentes resultados.
La reforestación se realiza en una parte de la zona de amortiguamiento de la Reserva con el fin de reducir la presión sobre el área núcleo, donde se debería promover la regeneración natural, detalló. “Trabajamos en Zitácuaro, en la comunidad indígena de Crescencio Morales, dentro del paraje El Rincón, donde hemos involucrado a grupos originarios que ahí habitan”, detalló Jaramillo.
Un santuario a miles de kilómetros
Ubicada en 56 mil hectáreas entre el Estado de México y Michoacán, la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca contiene 12 santuarios de esos animales, cuatro abiertos al público.
Cada otoño, millones de mariposas monarca viajan aproximadamente cuatro mil kilómetros para pasar el invierno en las cimas boscosas de las montañas del centro de México. Su migración es una de las más espectaculares de cualquier organismo.
Los bosques proporcionan condiciones micro-climáticas únicas que les permiten sobrevivir en esa temporada, pero la degradación forestal pone en peligro este desplazamiento que cruza Norteamérica. Por ello, un plan adecuado de reforestación y regeneración natural es fundamental.
“En Estados Unidos y Canadá se ha extendido la agricultura tecnificada que incluye altas dosis de herbicidas y fertilizantes químicos junto con semillas de cultivos transgénicos. Mediante esta práctica se han eliminado las plantas silvestres, entre las que se encuentra el algodoncillo (Asclepias spp.), la única en la que las mariposas monarca depositan sus huevos y que sirven de alimento para sus larvas.
“Al llegar a México, se encuentran con que los bosques donde hibernarán también se fragmentan; ante ello, se requieren trabajos de conservación en ambas regiones”, alertó el universitario.
Comprometer a la gente
Además de la eficiencia de abonos orgánicos que sustituyen a fertilizantes químicos y ayudan a que los árboles crezcan rápidamente, este tipo de esfuerzos requiere la participación de la gente. “Es importante comprometerla, convencerla de que debe cuidar los árboles de su comunidad; para lograrlo, la participación de Alternare A.C., que ya lleva 12 años de laborar en la zona, ha sido de vital importancia”, precisó.
El abono, finalizó el especialista, puede incluir algunos elementos de la zona en donde se usará, por lo que esta eco-tecnología es replicable en varias regiones del país.