Estados Unidos alertó de «una crisis mundial urgente» por el ébola luego de la muerte hoy de un paciente en Texas, cuando la cifra de fallecidos ronda los 3,900 y reforzó controles en aeropuertos.
Mientras tanto, Madrid llamaba a la calma y trabajadores sanitarios denunciaban la mala gestión del tema en España, donde dos médicos y un enfermero fueron hospitalizados hoy por precaución.
«El ébola es una crisis mundial urgente que requiere una respuesta mundial urgente», dijo el secretario de Estado estadunidense, John Kerry, poco después de conocerse la muerte por ébola de un paciente liberiano en Texas (sur).
Kerry, en conferencia de prensa con su homólogo británico, Philip Hammond, subrayó la necesidad de colaborar internacionalmente con unidades de tratamiento, personal, equipos de telecomunicaciones e incineradores a fin de combatir esta mortal enfermedad contra la que no hay medicamentos ni vacuna.
Poco después, la Casa Blanca informó que aumentará los controles en cinco importantes aeropuertos, tomando la temperatura de los pasajeros que llegan de Liberia, Guinea y Sierra Leona y el Pentágono anunció que enviará a Liberia 100 oficiales de Marina, que se sumarán a 350 ya en la región.
La ministra de Salud canadiense, Rona Ambrose, anunció también que los pasajeros provenientes de Africa occidental afectados por ébolaserán objeto de controles más severos. La Unión Europea (UE) por su parte decidió hoy «reforzar la información dada a los viajeros y profesionales de la salud», para prevenir la penetración del virus a su territorio.
Los españoles, por su parte, trataban de entender cómo pudo contagiarse una auxiliar de enfermería (Teresa Romero, de 44 años) que trató a dos misioneros españoles diagnosticados en África y repatriados a España, donde murieron. «En este momento lo que tenemos que hacer es estar atentos, pero manteniendo la tranquilidad», dijo el jefe del gobierno conservador español, Mariano Rajoy.
Sin embargo, sindicatos y personal sanitario español denunciaron una larga lista de fallos en la gestión de los enfermos de esta fiebre hemorrágica, que en lo que va de año ha dejado 3,865 muertos entre los 8,033 infectados, según un recuento de hoy de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Entre ellos, destacaron la repatriación «improvisada» desde Liberia y Sierra Leona de los misioneros enfermos, el poco entrenamiento del personal médico, el equipo insuficiente e inadecuado y el uso imprudente de los residuos en España.
Con información de Milenio