Ayer el parque Ecológico Chapultepec se vistió de fiesta. El tradicional aroma a pino y guayaba se fundió con el copal, la flor de cempasúchil, el mole, los tamales calientes, la fruta fresca de las ofrendas que colocaron los adultos mayores en el corredor principal de esta reserva ecológica de Cuernavaca.
La Casa de Día Cuautla, los Años Felices, el Sistema DIF Morelos, los grupos de pensionados, jubilados, Aguas Vivas de Temixco, Xochitepec y Mazatepec, así como el asilo Anciano de la Otilio Montaño, fueron los encargados de vestir la ofrenda con frutas, dulces típicos, veladoras y flores.
Mediante esta tradición los grupos de la tercera edad son empoderamos como transmisores de la cultura y las tradiciones mexicanas, señala Cosme Ruíz Andrade, director del programa Envejecimiento Activo del Sistema DIF Morelos.
“Es importante que los reconozcamos porque tienen un gran conocimiento y sabiduría, así como es necesario ubicarlos en el espacio que les corresponde dentro de sus familias y en la sociedad”.
Conscientes de su responsabilidad como transmisores, los adultos mayores de estos albergues buscan motivar a jóvenes para que se involucren más con sus costumbres.
“Yo fomento la tradición entre mis hijos y nietos, tomo la iniciativa y en mi casa los invito a que coloquemos la ofrenda, es importante que se transmita de generación en generación”, apunta Rosa Zamorano, de 65 años e integrante del grupo Aguas Vivas de Temixco.
“Todos nos organizamos para traer algo, además realizar la ofrenda genera integración grupal de los adultos”, refiere Virginia Ortega Guzmán, profesora de activación física del colectivo de adultos mayores.
El encuentro estuvo amenizado por el grupo Plena Juventud de Tlaquiltenango, quienes interpretaron canciones como La Llorona y otras tradicionales, vistiendo atuendos alusivos a esta leyenda. Al final de la celebración, los adultos en plenitud compartieron los alimentos que prepararon con días de antelación.
El simbolismo de las ofrendas
Sobre el último de los escalones de la ofrenda se construye con flores de Cempasúchil un arco que representa la entrada al Mictlán; ahí también se coloca la foto del difunto a quien se le rinde culto.
La segunda escalinata está adornada con los alimentos y bebidas preferidas del muerto. En el último piso se pone un vaso con agua como símbolo de la purificación y un recipiente con sal, para preservar el cuerpo.
También se traza un camino con la tradicional y aromática flor naranja, se prende un incienso para elevar la espiritualidad tanto de los muertos como de los vivos. Para otorgarle color y alegría a la ofrenda se visten las orillas de las escalinatas con papel picado con diferentes figuras.
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