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El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) consideró inviable e irresponsable la preservación de los vestigios arqueológicos encontrados en el municipio de Tlaltizapán, por lo que se procedió a su destrucción para continuar con la construcción de la autopista Siglo XXI.
Alma Rosa Cienfuegos Domínguez, Jefa del departamento de trámites y servicios legales del INAH en Morelos, señaló que desde el momento del hallazgo arqueólogos trabajaron en la zona, recuperando algunos vestigios o materiales como tepalcates, e identificando que se trataba de desplantes o fragmentos de un caserío prehispánico de la civilización teotihuacana entre el año 200 y 300.
Sin embargo, señaló que este tramo fue intervenido hace ocho o diez años, en donde se hicieron algunos trabajos con maquinaria pesada, dejando al descubierto estos vestigios arqueológicos, y debido al tiempo, las lluvias y el aire, tuvieron un grave deterioro, por lo que debido a su estado, determinaron que sería inviable e irresponsable que estos vestigios se conservaran y que se protegieran para convertirse en una zona arqueológica.
“Hubiera sido muy irresponsable, primero la evidencia que teníamos no estaba completa, estaba descontextualizada, el que encontremos cimentación no te dice mucho, hubiera sido irresponsable porque no podíamos dejar los vestigios, tenían que entrar en un proceso para consolidarse y yo pregunto ¿quién lo iba a financiar?, y lo más importante es ¿qué íbamos a exponer? ¿arranques de muros? ¿qué visitas ahí? no había un basamento, eran puros arranques de muro, hubiera sido irresponsable dejarlos a la visita pública”, sentenció.
Asimismo, señaló que “lo que menos quiere el INAH es que se abran zonas que a la vuelta de la esquina van a quedar olvidadas, van a ser objeto de saqueo, porque no va a haber quien vigile, quien supervise, quien haga nada”, al tiempo de reconocer que existen zonas arqueológicas, como la de Huatecalco, que son saqueadas.
Ante esta consideración del INAH, los trabajadores de la autopista Siglo XXI, esta semana destruyeron los vestigios de la zona para continuar con la obra, lo que despertó la indignación de los habitantes del municipio de Tlaltizapán.
