En Morelos se generan cada día 2 mil toneladas de residuos sólidos, es decir un promedio de 1.10 kilos por persona, que terminan en tiraderos a cielo abierto o enterradas en un relleno sanitario. Tales prácticas ponen en riesgo la salud y el medio ambiente de los morelenses y la pérdida de los recursos naturales.
De los 400 rellenos sanitarios que existen en el país, sólo cinco respetan al 100 por ciento la normatividad ambiental durante su operación. En Morelos, hay cuatro rellenos de los cuales, tres operan de manera ineficiente, mientras que el de Cuautla es el único que opera bajo la NOM 083- SEMARNAT. Este relleno, cuya administración es privada, produce energía eléctrica y evita la emisión de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.
Si bien los rellenos sanitarios son una alternativa, para el Gobierno de Visión Morelos, no constituyen una solución viable para la disposición final de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU), debido a los altos costos de operación que no pueden ser absorbidos por los municipios. Además generan “pasivos ambientales”, es decir, la basura que se queda enterrada hasta por más de 60 años pone en riesgo la salud y el ambiente de las siguientes generaciones y con altos costos en su remediación.
La Estrategia de Gestión Integral de Residuos Sólidos (eGISREM) es la solución para la disposición final en Morelos, ya que promueve valorización integral de los residuos con un enfoque territorial, planteando la división del estado en 10 zonas operativas que atenderán con eficiencia el tratamiento de los RSU con los municipios involucrados para disminuir los costos de traslado, transferencia y disposición final.
Los residuos son recursos
La eGIRSEM incluye la construcción de ocho Plantas de Valorización de Residuos Sólidos, tres Plantas de Producción de Abono Orgánico una de Combustible Derivado de Residuos (CDR), dentro de las 10 zonas operativas, para que los municipios entreguen sus residuos desde los camiones recolectores y se eviten gastos adicionales.
Las plantas tendrán la maquinaria e infraestructura necesaria para recibir los residuos y generar, a partir de ellos, tres tipos de materia prima susceptible a ser revalorizada en el mercado:
Materia Orgánica
Con potencial para la producción de abono orgánico para el mejoramiento de suelos y/o biogás para la generación de energía eléctrica a través de la biodigestión.
Inorgánicos comercializables
Con potencial para su reinserción en el mercado derivado de sus características y de la demanda directa planteada por las cadenas productivas de reciclaje.
Material Valorizable
Como combustible con potencial de revalorización mediante el aprovechamiento de su contenido calorífico en la generación de CDR. Para ello se tienen las sinergias que permiten su uso sustentable como fuente alterna de energía de la producción de cemento. Las plantas son autosuficientes, por lo que no inciden en los presupuestos públicos, ya que utilizarán la venta de los inorgánicos comercializables y las cuotas municipales para su operación.
Valoración de los RSU
El 37 por ciento de los residuos inorgánicos que no tienen valor comercial como telas, madera, cartón mojado, PET contaminado, entre otros materiales, como combustibles o aceites será enviado a la planta de CDR que la Cooperativa Cruz Azul construirá en Tlaltizapán.
Se evaluaron más de 60 tecnologías, tanto nacionales como extranjeras, y la conclusión es que la eGIRSEM es el mejor sistema, y la que otorga más beneficios a los municipios, a la ciudadanía y resuelve de fondo el problema ambiental.
¿Por qué se escogió a la Cooperativa Cruz Azul?
Como parte de la estrategia, se plantea la integración de una empresa público- social entre el Gobierno de Morelos y la Cooperativa Cruz Azul, para la operación de las plantas y la generación del Combustible Derivado de Residuos (CDR), el cual será utilizado en sus hornos, para evitar el enterramiento de todos estos recursos en los rellenos sanitarios o abandonados en un tiradero a cielo abierto.
Se eligió a Cooperativa La Cruz Azul, porque cuentan con un proceso patentado en Europa, que asegura la inexistencia de contaminación derivada de la utilización de los residuos, además de la reducción de costos para los municipios.
La tecnología consiste en un quemador que trabaja a temperaturas que van de los mil doscientos a los mil cuatrocientos grados centígrados, lo cual es un calor tan intenso que los residuos prácticamente desaparecen sin generar algún contaminante que se expela a la atmósfera.
Para considerar este proyecto como sustentable se evaluó desde tres perspectivas: la técnica, que resuelva de fondo la problemática de los RSU y el impacto sobre el medio ambiente; la económica para que sea atractiva para los municipios, porque ellos son responsables del manejo de residuos; y el aspecto social que incluye a los pepenadores como técnicos especialistas.
Se requiere de un cambio de paradigma que implica un proceso cultural y de hábitos de consumo y responsabilidad de los desechos, camino en el que es imprescindible la participación ciudadana y la voluntad política. Tomar conciencia individual y colectiva respecto al gran valor de emprender acciones a favor de las presentes y futuras generaciones.