Los antiguos griegos creían que el majestuoso cielo estrellado nació cuando el semidiós Heracles, mejor conocido como Hércules, hijo de Zeus, se amamantaba de la diosa Hera. El bebé tenía tanta fuerza que mordió a la diosa, quien corrió dolida hacia el Olimpo derramando la leche, creando así la Vía Láctea.
Aunque hasta la fecha conserva ese nombre, hoy sabemos que nuestra galaxia, con aproximadamente 10 mil millones de años de antigüedad, está formada principalmente por una barra en el centro y dos brazos espirales de cada lado, compuestos de millones de estrellas jóvenes, combinadas con otras más viejas, material gaseoso y polvo, explicó Bárbara Pichardo Silva, investigadora del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM.
Además, gira a una velocidad lineal de 240 kilómetros por segundo, lo que representa una velocidad mucho mayor de la que puede explicarse de acuerdo a la cantidad de masa visible.
Tiene dos brazos bien formados y otros más pequeños en forma de espolones, y de acuerdo con la académica, en comparación con otras, su estructura presenta gran diseño y tiene un tamaño considerable.
Como todas las galaxias grandes, la nuestra está rodeada por varias galaxias enanas, entre las más famosas se encuentran las Nubes de Magallanes y Omega Centauri. Hasta el momento existe una discusión sobre si Andrómeda es más grande que la Vía Láctea.
En la bóveda celeste
En el Universo hay miles de millones de galaxias y se han catalogado en los siguientes tipos: las más comunes son las espirales como Andrómeda y la Vía Láctea, que a su vez se dividen en barradas y no barradas; después las elípticas, que casi no poseen gas y tienen forma parecida a una esfera y, por último, las irregulares, denominadas así porque no tienen una forma clara y se encuentran en interacción con alguna otra.
La mayor parte de la luz en el Universo proviene de las espirales, y nuestra galaxia se encuentra ubicada en un grupo llamado por los científicos “El Grupo Local”, donde coexisten alrededor de 200, la mayoría enanas, añadió.
Cuando todo comenzó en el cosmos se formó una masa uniforme, principalmente formada de hidrogeno, helio y deuterio; luego tuvo lugar una gran expansión en la que se generó la materia y energía. De esta forma nació el Universo y poco a poco se enfrió y se constituyeron las galaxias.
La Vía Láctea nació cientos de siglos antes que la humanidad. Su edad es de unos 10 mil millones de años y habita en un universo que apareció hace 13 mil 800 millones de años.
El hecho de que gire a la velocidad mencionada sin desarmarse (a 240 kilómetros por segundo debería tener más atracción gravitacional para sostenerse), ha llevado a varias teorías. Una de las más aceptadas es que se encuentra inmersa en un halo que la protege, descrito por los científicos como materia obscura, que hasta el momento se desconoce exactamente qué es. Se ha planteado que podría tratarse de partículas distintas a todo lo conocido. Actualmente se realizan varias investigaciones al respecto.
En años luz
A decir de la investigadora, para recorrer la Vía Láctea de un extremo al otro tardaríamos 100 mil años luz; y desde su centro hasta nuestro Sistema Solar el recorrido sería de 24 mil años luz.
Los científicos consideran que en aproximadamente cinco mil millones de años la Vía Láctea se fusionará con la galaxia de Andrómeda. Probablemente para entonces ya no existirá nuestro Sistema Solar como lo conocemos.
Hasta el momento, los astrónomos han detectado alrededor de dos mil sistemas planetarios, algunos incluso con planetas semejantes a la Tierra.
Muchos se han preguntado qué ocurriría si nuestro sistema colisionara con un astro, pero Pichardo Silva mencionó que las probabilidades actualmente, incluso en la fusión con la galaxia de Andromeda son prácticamente de cero. “Podría pasar toda la edad del Universo y más antes que una se nos acerque peligrosamente, porque la densidad de las estrellas es bajísima”.
Lo que sí podría suceder es que las nebulosas –conglomeraciones de gas y polvo- que deambulan por todo el espacio choquen. Cuando esto sucede nacen las estrellas.