“Por cada joven que continúa estudiando, tenemos doble ganancia: es un soldado menos para el narcotráfico y la violencia, además de ser un aliado más para el desarrollo de la paz en el mundo”, expresó en la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York, Cristóbal Miguel García Jaimes, estudiante de la Facultad de Ciencias de la UNAM.
En el marco de la reunión anual de estudiantes por el Día Internacional de la Paz, realizada en el salón de la Asamblea General de la ONU, el universitario presentó el trabajo que realiza en la Fundación Ciencia sin Fronteras, organización sin fines de lucro, creada por jóvenes dedicada a divulgar conocimiento y cultura en comunidades marginadas del país.
“Recolectamos equipos de cómputo que donan empresarios y ciudadanos. Cada computadora es reparada para entregarla a niños y jóvenes de escasos recursos, a quienes instruimos en el uso de las nuevas tecnologías y en programación”, expresó el joven mexicano ante más de mil 800 estudiantes, diplomáticos y representantes de organizaciones civiles.
El estudiante de Física, ganador del Premio Nacional de la Juventud 2014, compartió que, gracias a la educación, tuvo la oportunidad de salir de su natal San Miguel Totolapan, uno de los 10 municipios más pobres de México, para estudiar una carrera universitaria e, incluso, tener una estancia en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN).
“Queremos que los niños y jóvenes de grupos vulnerables sonrían, disfruten la vida y contribuyan a la paz, que estén en armonía, sin amenazas del uno hacia el otro”, dijo García Jaimes.
Una vida dedicada a la ciencia
Desde niño, Cristóbal mostró interés por la ciencia. En el segundo año de bachillerato, que cursó en el plantel 6 Antonio Caso de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), triunfó en un certamen de matemáticas aplicadas e ingresó al programa Jóvenes hacia la Investigación en Ciencias Experimentales.
Realizó una estancia en el Instituto de Física (IF) de esta casa de estudios. Tras concluirla, el profesor Efraín Chávez Lomelí lo invitó a permanecer en su laboratorio. Ahí arrancó el proyecto de un acelerador de partículas miniatura para llevarlo a su pueblo y mostrar la relevancia de la ciencia.
A los 17 años logró construirlo con mil pesos (es el más barato del mundo) después de trabajar ocho meses, 23 días y 13 horas, con asesoría del académico. El proyecto ganó en la Feria de las Ciencias de la UNAM y fue presentado en el LVII Congreso Nacional de Física.
“Tengo la convicción de que la educación es la solución a los problemas que aquejan a México. La preparación me dio la oportunidad de estudiar Física en la UNAM y desarrollar mi carrera científica; hoy quiero abrirles las puertas a niños que viven en condiciones vulnerables”, finalizó García Jaimes.