La experimentación con animales podría abolirse. Hemos avanzado debido a esta práctica, pero hay alternativas para fabricar los medicamentos necesarios, sostuvo Paulina Rivero Weber en el Seminario Permanente de Bioética del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) de la UNAM.
Para la profesora de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), “más que fármacos se requiere educar la sensibilidad de los humanos; las disciplinas enfocadas al bienestar físico y la ciencia deben guiarse en el panorama completo de la vida. Preservemos el planeta y la mayor cantidad posible de especies en vez de producir estas sustancias”.
Ante el dilema “salvar vidas humanas o no experimentar con seres vivos”, planteado en la sesión mensual del seminario en el Auditorio Alberto Guevara Rojas de la Facultad de Medicina (FM), la investigadora impartió la charla De Jahr a Potter, dos concepciones diferentes de la bioética, donde revisó el pensamiento de ambos.
Van Rensselaer Potter, recordó, es el fundador del concepto referido en Estados Unidos (acuñado en un texto de 1970); sin embargo, medio siglo antes, en 1927, en el artículo Bioética, un panorama de las relaciones éticas del ser humano con las plantas y los animales, el alemán Fritz Jahr lo empleó para establecer que los hombres no hemos sido éticos con la flora y la fauna y que debemos serlo.
Por su parte, Potter considera fundamental garantizar la supervivencia de la vida en el orbe y para ello se requiere una nueva ciencia que conjunte biología y humanidades.
Para Rivero Weber, el problema a resolver es el de la crisis por la contaminación y devastación que amenaza al planeta. “Al escuchar de experimentación con seres vivos me pregunto si no se darán cuenta de que estamos a punto de dejar de existir. Los científicos advierten que tenemos 20 años para revertir todo o habrá caos”.
Al respecto, citó los estudios de etología contemporánea de Frans de Waal y de Konrad Lorenz en los que, según la investigadora, queda claro que los mamíferos sienten igual que los humanos. “Compartimos el mismo sistema nervioso central y periférico; diferimos por el córtex, que nos permite razonar”.
“Ellos experimentan celos, dolor, angustia, desesperación y tristeza. Los animales perciben como nosotros y es preciso luchar contra ese inconsciente espíritu de crueldad con el que los tratamos. La ciencia y sus aplicaciones tecnológicas no han bastado para formar a la gente; requerimos algo más parecido a lo que Nietzsche llamaba educación sensible”, subrayó.
Para la filósofa, es imperativo desarrollar respeto y compasión. “Mientras esto no suceda, difícilmente se salvará el mundo y el humano. Nuestra relación con la fauna, la flora y los ecosistemas tiene que cambiar en general”, abundó.
El obstáculo para lograrlo es la zoofagia. El 29 de noviembre de 2006 la ONU emitió una alerta sobre la necesidad de disminuir el nivel del consumo de carne pues, entre otras razones, las industrias cárnica y láctea generan más gases de efecto invernadero que el transporte (terrestre, aéreo y marítimo) en conjunto.
Además, advirtió el papel del ganado en el consumo hídrico: para producir 100 gramos de carne se precisan mil 294 litros de agua porque el bovino consume granos que requirieron líquido. Aún más, expertos ambientalistas del Banco Mundial declararon que esta actividad es responsable del cambio climático en 51 por ciento.
Según Rivero Weber, el problema reside en la mala educación y en este ámbito la función formativa o de esparcimiento de acuarios o circos es la peor. De igual manera, “los zoológicos se deben transformar en centros que cobijen la vida y eviten la extinción de los animales”, concluyó.