Este lunes se cumplen dos años de la desaparición de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa, una desaparición que sigue sin ser completamente esclarecida por las autoridades, y aún ahora, viviendo en las mismas aulas donde estudiaban los normalistas, varios de sus padres continúan su lucha y su vida por conocer la verdad de los hechos.
En uno de los salones, varias madres duermen en colchones en el suelo, con redes mosquiteras para evitar ser picadas, mientras los hombres que duermen en otro salón cocinan en una parrilla eléctrica unos elotes en lata, a falta de una olla apropiada para hacerlo.
Como ellos, más de 20 personas viven de una forma precaria en la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, entre retratos de héroes socialistas como el Che Guevara o Stalin y dos altares realizados en honor a los estudiantes, que continúan esperando que aparezcan con vida.
Una madre, María Elena Garrido, mantiene en una pared un poema de Mario Benedetti, con los versos “No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento”, que la ayudan a salir adelante. Ama de casa, desde la desaparición de su hijo solo regresa a la misma una vez al mes, cuando su segunda hija le pide que la visite pues se siente sola.
Otra de ellas teje servilletas para pasar el tiempo, pues comienza a sentirse mal si no tiene algo en que trabajar, en los momentos en los que no busca a su hijo, Saul Bruno García.
Todos viven de la ayuda de la gente, pues dejaron sus trabajos para encontrar a sus hijos, y participan en los distintos actos realizados para mantener vigente la búsqueda de sus hijos, pues si no dejan de ser merecedores de los apoyos.
Con información de El Nuevo Herald y López Dóriga Digital