Un grupo de expertos de la UNAM desarrolló un software que permite evaluar la sensibilidad a la longitud de onda del ojo humano para valorar su visión cromática, cuya deficiencia (conocida como ceguera del color, discromatopsias o daltonismo) impide detectar los colores y sus tonalidades.
Ello podría dificultar el desarrollo de las personas en áreas en donde la percepción de éstos es fundamental, tales como la aviación, el diseño gráfico, la química o la biología, entre otras. Esta tecnología de cómputo contiene una prueba para determinar la capacidad de un individuo para ordenar tonalidades del espectro visible y, en consecuencia, su percepción visual cromática.
“El proyecto consistió en el diseño de un programa que mide la percepción a la longitud de onda del ojo; con ello es factible definir si los colores se ven en forma normal, más claros o más oscuros”, explicó Myrna Valera Mota, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, quien dirige al equipo universitario.
El objetivo es determinar un estándar de la longitud de onda en diversos grupos etarios, con la finalidad de que, en un futuro, el software sirva como método diagnóstico de patologías oculares.
Valera Mota señaló que el defecto en la visión cromática consiste en la imposibilidad del ojo para registrar distintas tonalidades. Deriva de un problema en los conos de la retina y a nivel global afecta al ocho por ciento de los hombres, y en menor medida a las mujeres; es hereditario (en especial de madre a hijos varones), congénito o adquirido, y no se corrige.
La discromatopsia congénita o hereditaria es la ceguera al color rojo y verde, y la adquirida (por medicamentos, particularmente) al azul y amarillo. Este trastorno oftalmológico se presenta por lo regular con la edad, por cataratas o glaucoma, aunque también puede ser ocasionado por tabaquismo, alcoholismo, consumo de inhalantes, medicamentos, incluso por el esmog, puntualizó.
En México se carece de cifras y de referencias bibliográficas que indiquen la situación en el territorio. Además, aunque desde hace años existen pruebas que evalúan las discromatopsias, no son aplicadas por los optometristas; éstos se enfocan en sus exámenes de agudeza y campo visuales, y han descuidado la visión a color, que es la forma en la que el ser humano se adapta al medio ambiente.
Proyecto universitario
Los universitarios –investigadores de Iztacala, del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET), alumnos de servicio social y estudiantes de la licenciatura de Optometría– aplicaron el programa de cómputo a 308 niños de una primaria del municipio de Nezahualcóyotl, en donde valoraron ambos ojos con 12 longitudes de onda diferentes. En la actualidad revisan a estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades plantel Vallejo.
Antes de la prueba diagnóstica, los especialistas realizan una historia clínica y aplican estudios para el diagnóstico de discromatopsias y el grado de la alteración (como los test de HRR, visión color, Ishihara y Matsubara), y exámenes de ordenación (D-15, D-15 desaturado, D-100), que consisten en acomodar fichas de colores de acuerdo con las tonalidades. “Todos son complementarios y un optometrista debería aplicarlos para determinar la visión al color”, concluyó.