Andrés y Mauricio Reyes López viajaron el 23 de julio de 2012 desde su natal Jitotol, Chiapas, hacia el Estado de Puebla, donde comprarían ropa, sin embargo, nunca llegaron a su destino.
Su camino se interrumpió en los límites de Puebla y Morelos, donde presuntamente fueron secuestrados.
Hoy los cadáveres de los hermanos fueron entregados a su padre, Don Ángel Reyes, quien desde entonces los buscó en tres estados de la República.
“Es una cosa muy triste, está uno muerto en vida, más que nada, caminando por ahí, porque no los encuentra uno, no sabe uno nada, absolutamente, no sabe uno si están muertos, están vivos, los tienen esclavizados, se pone uno a pensar muchas cosas”, contó.
Dos días después de que salieran de Chiapas, alrededor de las 20:00 horas del 25 de julio de 2012, Don Ángel recibió la llamada de un hombre que le exigía que no buscara a sus hijos y que a uno de ellos ya lo tenían amarrado.
Unos 10 minutos después uno de sus hijos le llamó para decirle que se encontraban en Oaxaca y que en adelante no les llamara por teléfono.
También recibió una llamada en la que le exigían el pago de dinero a cambio de la liberación de Andrés y Mauricio.
“Me dijeron, yo me habló una persona con una voz fuerte que mis hijos, que no estuviera yo hablando más, que no estuviera yo llamando porque a uno ya lo tenían amarrado y que ya no hablara yo, como a los 15 minutos mi hijo me dijo que ya no le hablara yo, que ya él me iba a comunicar (PREGUNTA) sí, estuvieron detenidos como cuando los agarran, vamos a hablar, soldados, algo así”, contó.
Don Ángel acudió a Oaxaca para iniciar una denuncia por la desaparición de los hermanos.
Ahí le tomaron muestras de ADN y el perfil genético fue subido a las plataformas de personas desaparecidas en el País.
Como el destino de sus hijos era Puebla, en ese estado también inició la búsqueda de Andrés y Mauricio.
En estos casi cinco años siempre los buscó con vida, pero en la exhumación de cadáveres de las fosas clandestinas de Tetelcingo, Morelos, los perfiles genéticos de dos de los 117 cuerpos extraídos coincidieron con el de Don Ángel.
Hace unas semanas la Fiscalía General de Morelos se comunicó con él para avisarle que le entregarían los restos de sus hijos.
“Es una tristeza muy grande porque no esperaba yo que fueran cadáveres, pero ya se tranquiliza uno porque ya cuando menos ya sabe uno donde se le va a poner una veladora y así”, dijo.
En su búsqueda Don Ángel enfrentó la indolencia de las autoridades.
“Las fiscalías y las autoridades que apoyen más, verdad, porque yo estuve en Puebla, puse mi denuncia y todo y nada más como que no tienen tiempo de ayudar, de ver, ya lo tienen como que el que murió muy común, se desapareció y ya no hay problemas, lo que yo le pido a todos hay que unirse para poder ayudar a los demás”, dijo.
Con los cuerpos de los hermanos suman ocho cadáveres identificados de los 119 que fueron inhumados por la Fiscalía General de Morelos en las fosas clandestinas de Tetelcingo.
Los primeros fueron los del comerciante Oliver Wenceslao Hernández y el de una maestra cuya identidad no fue revelada.
Luego los de Israel Hernández, encargado de una casa de materiales, y María Dolores Juárez Cárdenas, originaria del Estado de México.
También fueron encontrados entre esos cuerpos los de Apolinar Delgado, quien murió atropellado en Cuernavaca en 2013, y Arturo Adame, asesinado en Cuautla en 2011.