Con más de un cuarto de siglo en el oficio, José Luis Gallardo asegura que la basura es un trabajo muy entretenido y socorrido, nunca falta, siempre hay alguien que necesita de estos servicios, y muchas veces entre los desperdicios «uno encuentra lo más inesperado».
«La basura es una minita de oro de la que siempre se va a sacar algo de provecho», dice con gusto, «por eso creo que no me equivoque al dedicarme a esto, desde hace muchos años me ha dado para comer y para vivir. Muy seguido en donde y cuando menos pienso encuentro un regalo anónimo», aseguró en entrevista.
Apostado con su carro de basura color naranja en un andador de la de la Unidad Narciso Mendoza en Tlalpan, separando con rapidez de entre los desechos, el cartón, aluminio, pet, botellas de perfume y fierro; el hombre de 56 años comenta que fue su padre el que le heredo el oficio.
«La basura, siempre va a ser parte de la historia, es algo que siempre va a existir, eso es lo bueno de este trabajo. Al principio si cuesta acostumbrarse», y señala una bolsa negra con el logotipo de un supermercado,»sobre todo al olor que despide cuando la gente acumula desechos de comida por muchos días».
Recuerda, «mi papa llego aquí desde que se inauguró la Unidad, en 1968, primero lavó carros y luego se dedicó a la basura, yo tenía como seis o siete años cuando comencé a ayudarle a mi padre, éramos muchos hermanos y como mi papá era vaquero pues no le alcanzaba para costear estudios y entonces todos tuvimos que trabajar».
Empujando su carro, de lunes a sábado, poco después de las cuatro de la mañana, José Luis Gallardo llega a la colonia ubicada en el sur de la ciudad a trabajar. Inicia con la recolección de basura en grandes y pequeñas bolsas, casa por casa.
Después de las ocho de la mañana en el lugar de costumbre estaciona su carro para separar la basura. Mientras a su paso, y en camino a su trabajo, señoras, señores y jóvenes le dejan sus desechos y algunas monedas por sus servicios.
En el suelo, decenas de bolsas de diferentes centros comerciales, latas de refrescos, cervezas, botellas de agua, papel y cartón ocupan parte del andador cercano a la avenida Canal de Miramontes, sin obstruir el paso de los vecinos que transitan por el lugar.
Para José Luis, llegar de madrugada, cuando el sol aún se oculta, no significa ningún riesgo. «En los más de 25 años que llevó en la recolección de basura, nunca me han asaltado o intentado hacerme algún daño, siempre llego con confianza y con muchas ganas de hacer bien las cosas, tratar con respeto a la gente y muy agradecido con los que me ayudan».
La costumbre y cercanía tan cotidiana con estos residuos, después de más de 25 años, hace ya imperceptible el desagradable olor para el olfato de este hombre, que más bien agradece la suerte de encontrar en ocasiones objetos de mucho valor entre los desperdicios.
«Nunca cambiaría este trabajo, porque además de lo que la gente me paga, muchas veces me he llegado a encontrar dinero, cosas de oro y de plata y otras cosas que puedo vender», abundó.
«Algunas veces he encontrado hasta celulares, los que he regresado, porque hay forma de hacerlo, además de que quedarme con estos objetos sería como traicionar la confianza de quienes desde hace muchos años me han dado un trabajo gracias al cual he mantenido a mi familia».
Con solo estudios parciales de educación primaria, José Luis de 56 años, asegura que el trabajo no es cansado, «empiezo a las cuatro de la mañana y antes del mediodía estoy de regreso en mi casa para comer».
Don José Luis comenta que además de recoger basura, se encarga de barrer varios de los andadores como parte del pago que cada viernes o sábado le dan las personas que ya tienen «contratado» el servicio con él.
Parado frente al carrito de basura, acomoda su gorra que estaba a punto de cubrirle los ojos y sube las mangas de su sudadera azul marino para seguir con la separación de los desperdicios.
Recordó que otro de los negocios que le da este oficio es la venta de botellas de perfume, «cuando encuentro botellas de perfumes entre los desperdicios que me dejan las separo, las limpio y los pongo en una bolsa aparte, por ejemplo los de la 212 de Carolina Herrera y las de Hugo Boss, me las pagan hasta en 80 pesos».
Explica que antes llegaba a encontrar a la semana hasta cuatro o cinco envases de estos, «las tiraban mucho más, pero actualmente los vecinos prefieren venderlos a los señores que pasan comprando chacharas, aunque no se las paguen tan bien como me las pagan a mí».
Destacó que los lunes es el día que hay más basura y luego baja poco a poco, mientras que el miércoles es cuando hay menos, «por semana me dan 40 pesos».
«Las señoras que no trabajan, por ejemplo, prefieren llevar todas las mañanas su basura directamente al carro, la verdad que eso es también por ahorrarse un poco de dinero porque a todos nos está pegando la crisis en serio», dijo.
Finalmente asegura que, aunque la separación de los desperdicios es obligatoria en la Ciudad de México, la gente todavía no lo hace, muchas veces por la prisa de salir a sus trabajos o escuelas. «Pero para eso estoy yo, para ayudarles en eso y ganarme un dinerito».
La separación de la basura es obligatoria, pero la gente todavía no entiendo. Yo la separo y la llevo al camión según toque el tipo de basura, orgánica e inorgánica.
«Lo mejor es la recolección de basura en las casas, porque trabajar en un basurero o en la recolección de los contenedores no me llama la atención, sé que en esos lugares los regalos sorpresa pueden ser desagradables y hasta peligrosos», finalizó.
Información del Informador
https://www.informador.mx/economia/La-basura-oficio-entretenido-y-muy-socorrido-20180221-0075.html