Era martes, uno más de vacaciones de verano. Al menos eso parecía. Hasta que un accidente cambió ese día la rutina de una familia cuautlense.
Isaí, niño de siete años, divertido, amiguero –con buenas calificaciones, excelente hijo y hermano– tuvo un grave accidente.
Esa tarde del 28 de julio, la madre y el padre de Isaí vivieron la peor de las pesadillas. Su pequeño no se movía; perdió el conocimiento por el dolor al caer sobre una varilla de construcción.
“Todo fue muy rápido, vi a mi hijo con una varilla entre sus piernas y empecé a gritar solicitando ayuda”, dijo la mamá de Isaí. El padre del pequeño comentó que el niño se veía muy pálido y había perdido mucha sangre; de inmediato corrió a solicitar el auxilio de una unidad de rescate.
Minutos después llegó una ambulancia que los trasladó al Hospital General de Cuautla “Dr. Mauro Belaunzarán Tapia”.
Al llegar a las puertas de nosocomio, casi a las 9 de la noche, médicos de guardia lo atendieron de inmediato a ver la gravedad del menor.
Según los estudios, la varilla entró desde la pelvis, pasó detrás de los intestinos y penetró la cavidad torácica, a través del diafragma, lo que provocó el colapso de uno de sus pulmones, por lo que la situación era complicada. Era una situación de vida o muerte.
“No fue una intervención fácil. Primero, extraer la varilla y reparar las múltiples lesiones dentro de la cavidad abdominal y el tórax. Ante todo, detener las hemorragias que amenazaban la vida del paciente”, expresó el médico cirujano, Luis Antonio Cortázar Juárez.
Después de una larga y exitosa intervención, Isaí fue trasladado al área de pacientes en estado crítico, pues aún se debía compensar la pérdida de sangre y el riesgo de infección.
Días después de la intervención, Isaí sonriente le dijo a sus progenitores: “Estoy listo para ir a la casa”. Era la inocencia de un niño quien, al sentirse mejor y no percatarse de la gravedad del accidente, sólo quería regresar con su familia.
El Hospital General de Cuautla atiende cada mes alrededor de 4 mil 500 pacientes, en el servicio de urgencias. La historia de Isaí con final feliz, es tan sólo una de las tantas que se pueden contar, gracias a la vocación de servicio, profesionalismo y destreza del equipo de médicos y enfermeras de la institución.