La paz es mucho más que la ausencia de guerra o el desarme y se construye y consigue con agendas amplias, multidimensionales, que demandan esfuerzos no sólo a favor del desarme, sino también en pro del desarrollo social, planteó María Cristina Rosas, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, con motivo del Día Internacional de la Paz, que se conmemora este 21 de septiembre.
Sin embargo, agregó, hay sociedades en el mundo donde no existe guerra o violencia, pero que difícilmente podría considerarse que tienen paz debido a las carencias sociales que enfrentan.
Por ejemplo, se considera que no hay paz donde no existe una posibilidad de vida digna, “donde hay falta de acceso a la educación, a la salud o a un empleo digno”, dijo la académica e internacionalista, quien agregó:
“La paz se ha estudiado en términos de eliminar o suprimir la violencia; esa sería la paz negativa. Por otra parte, está el concepto de paz positiva, es decir, mitigar o lidiar con diversas causas que subyacen o pueden dar pie a la violencia, como los problemas del desarrollo: acceso a la educación, a la salud, al empleo, a un medio ambiente digno…”.
El lema dela efeméride para este año “Los objetivos de desarrollo sostenible: elementos constitutivos de la paz”, se refiere precisamente a la paz positiva; son los temas que si se atienden financieramente y son apoyados por las autoridades de cada país, redituarán en un mundo más pacífico y próspero.
Las prioridades presupuestales en cada país son diferentes, precisó Rosas, quien ejemplificó: en México, con el argumento del deterioro de la economía mundial, se han planteado recortes presupuestales en las esferas sociales como educación y salud, que se supone están contenidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, fijados por la ONU. “Ahí hay una contradicción, pues los hemos suscrito y nos hemos comprometido a favor de ellos; sin embargo, no se les brinda el financiamiento suficiente”.
La crisis económica, agregó, también afecta a países desarrollados, lo que les impide canalizar recursos suficientes para satisfacer el bienestar de sus propias sociedades. “Al final de día, debe valorarse que dejar de invertir en dichos objetivos a la larga podría resultar muy costoso para las naciones, pues las que dejen de hacerlo, no sólo carecerán de recursos humanos debidamente calificados, sino también de un entorno ambiental, político y social adecuados para la vida”.
En el mundo se trabaja más en torno a la paz negativa. Es decir, la atención global se centra más en mitigar la violencia cuando surge un conflicto armado, pero no se da la misma importancia a las tareas y agendas relacionadas con el desarrollo social.
Atender este último aspecto es un asunto de voluntad política, pues sí hay recursos disponibles para invertir en educación, salud, promoción de la equidad de género o para evitar el deterioro ambiental. Sin embargo, “políticamente reditúa más a los tomadores de decisiones destinar recursos económicos en aquellos escenarios de violencia porque esas acciones se pueden mediatizar”.
Los costos de no atender la agenda del desarrollo sustentable son inaceptables, es importante ver más allá de la coyuntura, hay que mirar a mediano y largo plazos en la toma de decisiones, remarcó.
“Hay prioridad por parte de nuestras autoridades para combatir la delincuencia organizada, está bien, eso requiere dinero, capacitación e inversión, sin embargo, si se divorcian los temas de seguridad de los de desarrollo, al final del día no tendremos ni seguridad ni desarrollo”, finalizó.