Una nueva riña carcelaría en México se ha cobrado la vida de al menos cinco personas. Esta vez ha sido en Acapulco, Guerrero, en el penal estatal de Las Cruces. El portavoz de las fuerzas federales desplazadas al estado, Roberto Álvarez, ha informado de que las autoridades estatales trabajan en el centro desde la mañana de este jueves, levantando los cadáveres y tratando de averiguar qué ha ocurrido.
Álvarez ha dicho que al parecer se trata de una «riña» entre grupos rivales, aunque de momento se ignora qué motivos la provocaron. Diferentes organismos, tanto independientes como gubernamentales, denuncian desde hace años la situación de las prisiones mexicanas, aquejadas de hacinamiento, autogobierno y corrupción. En su reporte anual sobre la situación de las cárceles, divulgado en mayo, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH, alertó de nuevo sobre la falta de autoridad de los funcionarios carcelarios, enredados en sistemas corruptos en que los presos ejercen el control. En su informe, la comisión desvela que en casi la mitad de los centros visitados (71 de 154), los presos tienen el control, entre ellos, el de Las Cruces. es el número más alto de los últimos años.
Según periódicos locales, la pelea inició de madrugada, a eso de las 4.00, en el área de internos procesados por delitos federales. La información es confusa, pero diferentes medios aseguran que los cinco murieron degollados. Policías, militares y dos helicópteros del Gobierno estatal resguardan el perímetro de la prisión desde la madrugada.
La riña en Las Cruces ha coincidido con la visita de John Kelly a Acapulco. El Secretario de Seguridad Interna de Estados Unidos visita el puerto este jueves, donde tiene previsto reunirse con los secretarios de la Defensa y la Marina, Salvador Cienfuegos y Vidal Soberón. Kelly visita la ciudad más violenta de uno de los estados más violentos de México. Guerrero es, además, uno de los principales productores de amapola del país, planta con la que se produce heroína.
Problemas con las cárceles
La carnicería del penal de Acapulco ocurre apenas un mes después de la última masacre penitenciaria. En junio, internos y custores acabaron a tiros en una cárcel del norte del país. Cuatro reos y tres policías murieron y otros 13 resultaron heridos tras casi un día de enfrentamiento.
En marzo, un motín en una cárcel de Nuevo León, también en el norte, acabó con cuatro muertos. Ese mismo mes otra riña entre presos, esta vez en Cancún, en pleno Caribe, dejó un muerto y varios heridos.
Cada poco tiempo, una riña o un motín se salen de control. El número de muertos es demasiado alto y las autoridades prometen cambios y reformas. La última vez fue en Nuevo León, en la cárcel de Topo Chico. En febrero de 2016, una riña acabó con casi un centenar de muertos. El país se escandalizaba y descubría, de nuevo, que los presos controlaban el centro, que muchos vivían hacinados, en condiciones deplorables; que las autoridades conocían más o menos la situación.
Guillermo Zepeda, especialista en asuntos penitenciarios, explicaba en marzo a EL PAÍS que en el 60% de las cárceles de México funciona el autogobierno. «En promedio hay un custodio para 35 internos y no se han desarrollado sistemas de videovigilancia o celdas electrónicas para tener una mejor vigilancia de los reclusos», decía.
Información de El País
https://internacional.elpais.com/internacional/2017/07/06/mexico/1499356877_970137.html