El investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas (FCB) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), José Antonio Guerrero, consideró que es necesario cuantificar el daño que dejaron los incendios forestales a la fauna, sobre todo de las poblaciones más vulnerables como el conejo teporingo o zacatuche.
En su opinión, hay una afectación que dejan los incendios en la fauna silvestre que se clasifica en dos tipos: la directa a los animales que mueren por ser especies pequeñas y no tienen oportunidad de desplazarse a grandes distancias para escapar del fuego, por su tamaño diminuto.
“En este caso los animales más afectados son los ratones, reptiles y aves, que son los que mueren directamente por los incendios, en segundo lugar está la fauna mediana, la que sufre menos porque tienen la capacidad de trasladarse rápidamente en el momento que detectan humo por el incendio”, dijo el investigador.
Lamentó que no exista un registro de cuál es la afectación a esta fauna pequeña que perece durante los incendios, “solo vamos registrando las anécdotas de los combatientes que están atacando el fuego y encuentran fauna muerta, toman fotos pero no hay una cuantificación del daño”, explicó.
Lo más lamentable, subrayó, es que muchas de las especies afectadas tienen una distribución restringida en el país y son endémicas por encontrarse sólo en una zona, lo que tiene consecuencias más graves en esa población.
Para el caso de Morelos, dijo José Antonio Guerrero, existe una especie de la que más se ha visibilizado la destrucción de su hábitat, el conejo teporingo, “nos hicieron llegar imágenes de animales quemados tras el incendio en el municipio de Huitzilac, zona donde se registra cada año un número importante de incendios al tratarse de zacatonales, lugares donde viven los teporingos”.
El investigador universitario destacó la importancia de realizar investigaciones en las zonas donde se concentran las poblaciones de conejos teporingos para saber con exactitud qué tanto se redujo su número, así como de otras especies como serpientes de cascabel y lagartos cornudos (conocidos también como llora sangre) que son los que más perecen en los incendios.
“La única forma de evitar que perezcan los animales, es la prevención porque una vez que ocurre el incendio es imposible que escapen, la solución es evitar los incendios”, expresó.
José Antonio Guerrero dijo que la frecuencia con que ocurren los incendios disminuye la resiliencia del hábitat, que se adapta al fuego, “por ejemplo, los pinos dependen de eventos de fuego para la germinación, pero el problema es la frecuencia con que ocurren cada año en la misma zona de zacatonales, ya que éstos no logran recuperarse para que las poblaciones de los conejos se mantengan y puedan conservar su hábitat”.