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La beatificación de la monja María Inés Teresa Arias tendrá lugar en Cuernavaca, Morelos, donde fundó hace 60 años una familia espiritual, que incluye dos congregaciones religiosas.
La hermana Silvia Burnes, postuladora (abogada) de la causa de canonización de Arias, reveló que aún no se definió la fecha de la ceremonia, pero descartó que pueda llevarse a cabo en este año, por la complejidad de la organización.
El Papa Benedicto XVI firmó el decreto con el cual reconoció un “milagro” concedido por intercesión de la religiosa y dio luz verde a su elevación a los altares como beata de la Iglesia católica.
El hecho fue la curación inexplicable, completa y duradera de Francisco Javier Carrillo Guzmán, un niño de 15 meses de edad quien, tras caer en una alberca, sufrió asfixia y, como consecuencia, una miocardiopatía hipóxico isquémica. El accidente tuvo lugar el 17 de junio de 2001, en el rancho El Rocío, a varios kilómetros de la ciudad de Guadalajara. En su traslado al hospital el menor estaba prácticamente muerto y fue internado en terapia intensiva con un cuadro grave.
Unos días después, el 23 de junio, sus familiares asistieron al convento de la congregación de la madre María Inés y rezaron por la salud total de “Paquito” en una misa con motivo del 50 aniversario de la fundación.
Ese mismo día por la tarde, inesperadamente, el niño empezó a mejorar (comenzó a respirar por sí mismo y a orinar). Durante la segunda semana se recuperó totalmente y el 9 de julio fue dado de alta.
Los documentos de esa curación, que los médicos mexicanos calificaron de inexplicable, desde el punto de vista científico, fueron presentados a la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano en 2002.
Pero el “milagro” sólo fue el punto culminante de un proceso de beatificación que inició 10 años antes, el 31 de octubre de 1992, cuando en la diócesis de Cuernavaca se iniciaron los trámites para el reconocimiento de la madre María como santa.
En México se tomaron los testimonios de 54 personas, colaboradores y quienes la conocieron muy de cerca. En la capital italiana declararon otras nueve, sobre todo cardenales y obispos que tuvieron contacto con ella.
Debieron pasar 10 años antes que, el 3 de abril de 2009, Benedicto XVI reconociese las “virtudes heroicas” de María Inés Teresa Arias y la declarase como “venerable sierva de Dios”, el segundo escalón en el sendero a la santidad.
